Bola de cristal

La era de la información

Hace 170 años comenzó un período que revolucionó la forma de producir bienes: la Revolución Industrial. Destaca entre todos los cambios profusamente documentados y estudiados como resultado de esa transformación el hecho del incremento en el entretejido y la interdependencia económica del mundo todo y el de cada industria por separado. Hoy es imposible pensar en un bien o servicio que sea producido fuera de una cadena productiva integrada por múltiples empresas y agentes económicos.

Publicado en el número del 24 de diciembre de 2000 del semanario Bitácora

Pero ¿que es lo que une a una cadena productiva? Conceptualmente, un interés económico común de todos los actores. En la práctica, el flujo de información. En el mundo moderno, detrás de cada cadena productiva hay una cadena de información donde se intercambian piezas de información entre los distintos actores y agentes (facturas, órdenes de compra, remitos, contratos, patentes, planos, cheques, letras, y una larga lista de etcéteras) para transformar las actividades separadas de cada uno, en un todo que va desde la materia prima hasta el producto terminado que llega al consumidor final. Si estamos viviendo una revolución en la tecnología que hace que cambie radicalmente la cantidad y calidad de la información que intercambiamos y la velocidad a la que este intercambio se realiza, impactará necesariamente en el resultado final de la cadena productiva, cambiando no solamente el costo para producir un determinado bien o servicio, sino también el valor entregado al cliente a través de este bien.

Este cambio determina que estemos viviendo un momento histórico para Uruguay, porque las condicionantes del éxito económico de una nación se ha desplazado hacia características y elementos que favorecen a Uruguay como país, mucho más de lo que lo hacían hace 15 o 30 años atrás. Eso nos abre una ventana de oportunidad, un período de tiempo que nos exige la claridad mental necesaria para detectar oportunidades y trabajar para maximizarlas. Está en nosotros tener la visión y apertura mental para capturar esta ventana de oportunidad antes de que se cierre.

El valor del conocimiento

La primera característica favorable a Uruguay de esta nueva realidad, es el desplazamiento del centro gravitatorio de la economía, desde el acceso a las materias primas y recursos naturales hacia el acceso al conocimiento. Y esto es ampliamente beneficioso para Uruguay porque el área del conocimiento, en su forma más abarcativa le resulta favorable con respecto a sus países vecinos y con respecto al resto de Latinoamérica. Evidentemente, en lo que tiene que ver con acceso a recursos naturales la balanza se inclinaba (y se sigue inclinando) exactamente al revés.

La capacidad que tengamos como país de maximizar esta ventaja competitiva, redundará en beneficios en el futuro. Pero es importante señalar que no se trata solamente de el problema de la educación y capacitación. Se trata además de la capacidad que tengamos de retener a los profesionales que formamos dentro del país y dentro de nuestra economía.

Hay en el mundo ejemplos ilustrativos de lo que significa ser capaces de formar excelentes técnicos, pero ser absolutamente incapaces de retenerlos, y el ejemplo más destacable de todos es el de la India. Los excelentes técnicos que la India forma, emigran por decenas de miles (literalmente decenas de miles) a los países desarrollados, particularmente a Estados Unidos. La industria del software estadounidense absorbe la mayoría de estos técnicos que gozan de privilegios inmigratorios en un país con una inmigración altamente controlada y cuotificada. El resultado es que la India realiza el gasto, pero no goza de los beneficios.

La oportunidad es grande, pero el desafío es doble: capacitar mejor y retener a los mejores.

Menos capital

La segunda característica favorable a Uruguay tiene que ver con las necesidades de inversión: hay una drástica reducción de las necesidades de capital e inversión para aprovechar esta oportunidad.

No en todas las áreas, no en todos los terrenos, pero hay áreas y terrenos de la economía (como por ejemplo la industria del software) donde el éxito no depende de volúmenes de inversión y capital a los que el Uruguay no puede acceder. Y esto es un cambio positivo. Hace 15 o 30 años, la economía nos imponía en todas las áreas volúmenes de inversión a los que la sencilla razón del tamaño del país, el volumen de su producto bruto, hacían impensables si teníamos en mente despegar en la región.

Ventajas de tamaño

Una vez que desaparecen las características que hacen especialmente beneficioso ser un país grande, es decir mayor probabilidad de contar con recursos naturales críticos en el propio territorio, y mayor capacidad de inversión a partir de un producto bruto mayor, ser pequeño, y por ello más flexible, más adaptable, pasa a ser una ventaja.

Es el tercer aspecto o característica que se ha movido a nuestro favor: tal vez pueda discutirse el hecho de que ser pequeño sea beneficioso, pero por lo menos se deberá admitir que es menos nocivo que hace 15 o 30 años.

La crisis

El hecho de que estemos viviendo una crisis económica tan dura, de características regionales tiene además de todas sus connotaciones y consecuencias negativas, un lado positivo. Las crisis convulsionan, revierten, distorsionan, generan cambios profundos. Y no todos los que viven las crisis salen de la misma forma. Hay una oportunidad en la crisis para salir fortalecidos en la región.

Es paradójico, pero es real. Sería mucho más difícil capitalizar esta oportunidad en nuestro favor, si la economía de nuestros vecinos estuviera floreciente, en auge. Claro que la crisis nos pesa, claro que tiene consecuencias muy agudas en la trama social, pero también hay detrás de ella una oportunidad. La salida de la crisis va a plantear un tablero de juego distinto en la región, una correlación de fuerzas distinta a la de partida, con algunos jugadores fortalecidos y otros debilitados. El Uruguay no va a ser la excepción y tiene la chance de trabajar para estar en el primer grupo.

Recuerdos del futuro

Hoy es el pasado del futuro. No es un juego de palabras: hoy construimos las bases de lo que será el Uruguay dentro de 15 años.

Los cambios que estamos viviendo, el impacto de la tecnología en los procesos productivos y en los modelos de negocios abarcan todas las áreas, desde como se produce y comercializa el arroz, hasta como se capta y atiende al turismo. Desde cuanto cuesta producir un kilogramo de carne, hasta como se procesan las transacciones financieras. No es una moda (si bien lamentablemente hay un fenómeno de moda asociado) es un cambio que llega a las raíces de la economía.

Si se mira hacia atrás, es tan larga la lista de oportunidades desaprovechadas que asusta. Pero pocas, o tal vez ninguna como ésta. Y como en todos los momentos históricos, tenemos la chance de elegir un camino. Podemos defender intereses menores. Podemos pelearnos, podemos esperar a ver que pasa, podemos hacer muchas cosas. En general es más fácil y da menos trabajo hacer las cosas mal. También hay más caminos para hacer las cosas mal. De más está decir que dentro de 15 años vamos a poder quejarnos y acusarnos mutuamente. Pero podemos por una vez en la vida apostar como país a ganar, y ganar.