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El Gobierno Digital

Es evidente, visible, palpable que la llegada de Internet ha cambiado, entre las muchas cosas que ha cambiado, la relación entre gobernantes y gobernados.

Es evidente, visible, palpable que la llegada de Internet ha cambiado, entre las muchas cosas que ha cambiado, la relación entre gobernantes y gobernados.

Las manifestaciones son múltiples, tanto en la vida formal como en la informal. En lo formal, información que antes si bien era pública era bastante difícil de acceder, hoy está disponible para todos los que quieran consultarla. De ese modo están disponibles por ejemplo todas las encuestas y estudios del Instituto Nacional de Estadística, todas las leyes y decretos del actual período y la mayoría de los de períodos de gobierno anteriores. Se pueden realizar por Internet algunos trámites completos, así como parte de otros.

En lo informal, el fluir de la información de prensa a través de correo electrónico, los sitios Web que soportan a las organizaciones no gubernamentales, las campañas que se realizan promoviendo algún tema utilizando exclusivamente medios electrónicos, como la que se llevó a cabo para denunciar el aumento de los sueldos de los legisladores durante la crisis del 2002, son solo muestra de que el escenario en el que vivimos fue definitivamente modificado por la aparición y desarrollo de Internet.

La relación causa-efecto va en una dirección y en la otra: el fluir de información a mayor velocidad y de mejor calidad cambia las condiciones en que representantes y representados interactúan en la vida política, a la vez que este cambio genera acciones para mejorar y potenciar el fluir de la información.

Las iniciativas

Como en muchas áreas, el gobierno no consigue articular una estrategia coherente con respecto al Gobierno Digital. Las iniciativas son diversas, desarticuladas, incompletas. El ansia política de «hacer obra», transformada ahora en «hacer obra digital», la aspiración obstinada al monopolio del aplauso y el reconocimiento, hace que las iniciativas digitales que realmente funcionan y son utilizadas por los distintos actores del enramado social sean apenas una ínfima parte de las que son inauguradas con bombos y platillos en las tapas de los diarios y los salones de actos de los edificios públicos: parece más económico y redituable inaugurar sitios Web que carreteras.

Como en muchas áreas, el gobierno no consigue articular una estrategia coherente con respecto al Gobierno Digital

No es que no haya trabajando gente capaz, ni que no estén claras algunas de las líneas a seguir, sino que para construir sitios Web y las aplicaciones que le dan soporte que realmente hagan la diferencia se necesita liberar a estas personas de las trabas que ponen los cálculos electorales, las carreras políticas y el plazo de 5 años de gobierno después del cual no existe nada.

El Google del Gobierno

Hasta aquí hemos llegado, y desorganizados o no la realidad es que hay una enorme cantidad de sitios Web que dan acceso a una cantidad aún mayor de documentos, estadísticas, materiales y trámites. ¿Qué hacer para aprovecharlos mejor?

Una posible respuesta es la siguiente: lo mismo que ha hecho Internet para aprovechar su propio desorden. En vez de tratar de concentrar y estructurar la información, construyó métodos y formas de navegar de forma eficiente en medio del caos. La máxima expresión de esta idea es Google.

Un Google del Gobierno será un sitio Web que cumpla más o menos con las siguientes características:

  • No requiere nada de los sitios actuales o futuros del Gobierno.
  • Es obsesivamente preciso: en el Google del Gobierno se busca y se encuentra la información de la mejor calidad sobre el Gobierno que se pueda conseguir en el planeta. No solo me dice dónde hacer un trámite en la Web, me dice como hacerlo, si funciona, cuánto demora, dónde quejarme, como contactar a quien ya lo hizo.
  • Es excesivamente fácil de usar, mágicamente eficiente. No hay nada más fácil que buscar en el Google del Gobierno
  • Lidera naturalmente, porque es excelente. No necesita de inauguraciones.

Vale la pena tener la esperanza de que algunos de los fondos que se destinan a cualquiera de los proyectos grises sean desviados para intentar aplicar acá lo que en el resto del mundo ya probó que funciona.

Tal vez no lo veamos nunca, sin embargo vale la pena tener la esperanza de que algunos de los fondos que se destinan a cualquiera de los proyectos grises sean desviados para intentar aplicar acá lo que en el resto del mundo ya probó que funciona