Grafo

¿Cuanto valía el primer fax?

Nada. Sencillamente nada. ¿Para que quiero un fax si solamente yo tengo uno? ¿A quién le voy a enviar un fax, si nadie más que yo tiene un equipo para recibirlo?

Cuando alguien compre el segundo fax, allí el mío cobrará valor. Y ese valor se irá incrementando a medida que aparezcan el tercer fax y los subsiguientes. Cuantos más faxes existan en el mercado, más valioso es el mío. Este es el concepto que se describe como Economías de Red o Externalidades de Red (Network Externalities).

Para determinados productos, mi producto es más valioso en función de la cantidad de productos idénticos o compatibles que haya en el mercado.

La idea es simple y poderosa: para determinados productos, mi producto es más valioso en función de la cantidad de productos idénticos o compatibles que haya en el mercado. El caso más típico lo constituyen los productos y equipos que permiten comunicaciones y que por tanto constituyen redes, de allí su nombre. Pero la idea es mucho más amplia y abarca una lista muy extensa de productos y servicios: en mayor o menor medida, prácticamente todos los productos de consumo aplican de una u otra forma al concepto de Economías de Red.

La historia del teclado

La historia del teclado que heredó la computadora de la máquina de escribir es un caso interesante que muestra las consecuencias de las Economías de Red.

Máquina de escribir con teclado tipo piano
Máquina de escribir experimental diseñada por Sholes en 1868
Máquina de escribir con teclado circular.
La «Crary», de 1892

Durante la segunda mitad del siglo XIX, y después de numerosas pruebas de distintos inventores y fabricantes, que incluían teclados circulares, como un piano, lineales, etc. Christopher Latham Sholes, en el año 1873 creó el teclado que hoy conocemos, y que habitualmente se denomina «qwerty» por las letras que se agrupan en la primera linea de caracteres sobre la izquierda. Remington comenzó a fabricar máquinas de escribir en base a ese diseño, que rápidamente se estandarizó.

El peso de la red hace que sigamos usando un teclado diseñado específicamente para escribir despacio en Inglés.

Lo interesante es que contrariamente a lo que dicta el sentido común (y muchas veces los mitos urbanos) Sholes diseño un teclado que impidiera escribir demasiado rápido. Las máquinas de escribir de la época, completamente mecánicas, comenzaban a trabarse si el digitador escribía demasiado rápido. Sholes separó estratégicamente las letras, de acuerdo a la probabilidad de aparición en el idioma Inglés, generando un teclado con el cual el digitador jamás alcanzaría una velocidad suficiente como para trabar la máquina. El éxito estuvo basado en el hecho de que se escribe más rápido en una máquina lenta que no se traba, que en una rápida que se traba constantemente.

Lo destacable para nuestro tema, es que a pesar de que pasaron más de 130 años, y de que las limitaciones mecánicas de la máquina de escribir primitiva desaparecieron completamente, modificar el teclado, destruyendo la red construida a su alrededor, es de un impacto tan grande, que ninguno de los proyectos emprendidos en esa dirección han tenido éxito. Supondría cambiar o reconfigurar equipamiento, recapacitar cientos de miles de usuarios, generar nuevos cursos, nuevos estándares, y una larga lista de etcéteras, sin hablar de lo que implicaría la coexistencia de ambos sistemas durante el período del cambio. 

Máquina de escribir diseñada por Sholes, en 1873, la primera con teclado QWERTY
La primera máquina de escribir Remington, con teclado QWERTY, de 1874

El más destacado de los proyectos de modificación del teclado tradicional es el de un equipo dirigido por un ingeniero llamado Dvorak, que creó un teclado que cambia el orden de las letras, optimizándolo para la escritura rápida. Sus defensores claman un 25% más de efectividad que con el teclado «qwerty». Sin embargo el peso de la red hace que sigamos usando un teclado diseñado específicamente para escribir despacio en Inglés, a pesar de que pasar la configuración de teclado en una computadora de «qwerty» a Dvorak o cualquier otro podría ser un comando que lleve instantes.

Teclado Dvorak
Notebook adaptada al teclado Dvorak

La creación de estándares

¿Porque el día tiene 24 horas? ¿Porqué las contamos de a 12? ¿Porque cada hora la dividimos en 60 y no en 100 minutos? Evidentemente si el sistema de medición del tiempo fuera decimal todo sería más sencillo. Concebir un nuevo estándar para medir el tiempo puede llevar unas horas. Tal vez unos meses o años. Aplicarlo es impensable: el sistema horario moderno es tan viejo que su origen se pierde en la historia y su adopción es tan universal, cruzando fronteras, religiones, razas y creencias, que su poder de Red es casi inamovible.

No es casualidad que la creación y adopción de estándares sea un tema tan conflictivo y complicado.

El concepto de Economía de Red explica el valor económico y social de los estándares, tanto de los definidos por organismos que se dedican específicamente a esas tareas, como de los estándares de facto: aquellos que se crean a partir de la adopción por el mercado de un determinado producto, tecnología o forma de desarrollar una tarea. El poder de un estándar es gigantesco, mucho más allá del valor económico que el mercado de a la suma de todos los productos que se ciñen a él.

No es casualidad que la creación y adopción de estándares sea un tema tan conflictivo y complicado. Cuando una empresa consigue que el mercado adopte un estándar propio, o un estándar en base al cual ella fabrica sus productos, obtiene una ventaja competitiva enorme. Prácticamente todas las grandes empresas que desarrollan equipos de computación o software, juegan con audacia y agresividad este juego.

Por ejemplo, la estrategia de Adobe para su producto Acrobat está basada exclusivamente en la idea de las Economías de Red. Si adobe es capaz de que el formato PDF (Printable Document Format) sea adoptado como el formato estándar del mercado para el intercambio de documentos de solo lectura, obtendrá una ventaja competitiva imbatible, dado que además, el estándar para la creación e implementación de documentos PDF está patentado por la propia Adobe. Para conseguirlo, regala el producto que permite leer los documentos (Acrobat Reader) y cobra solamente el producto que permite crearlos.

Pero el ejemplo más paradigmático es sin duda el de Microsoft. El peso de la base instalada de Windows y Office es utilizado sistemáticamente para alimentar nuevos estándares propios en unos casos y bombardear estándares ajenos en otro. Sistemáticamente Microsoft intenta modificar o distorsionar aquellos estándares que el mercado o sus competidores crean, generando versiones «Windows Only» de los productos, que muchas veces regala o con el sistema operativo o con el paquete de oficina. Microsoft no dudó en su intento para distorsionar Java, a sabiendas de que enfrentaría a Sun en la corte por ello. Intentó crear una Web propia, basada en estándares propios, y cuando falló en el intento, puso en peligro la propia existencia de la empresa para que Netscape no se transformara en un estándar. El hilo conductor es claro: si Windows u Office deterioran su capacidad como estándar, cae el sustento de las ventajas de Microsoft, no porque pierda más o menos participación de mercado, sino porque podría perderse el increible poder que genera la Economía de Red de su monopolio de facto.

El desarrollo de estándares y Economías de Red

La historia de la adopción de las distintas tecnologías es la historia de la adopción de estándares. Y a diferencia de lo que afirma Al Rise en una de sus 22 leyes inmutables del Marketing, donde dice que todo mercado termina siendo una batalla entre 2 empresas, las batallas por los estándares tienen a la larga un solo y aplastante ganador, y no gana el «mejor» o dicho de otra forma, aquel que tenga desde el punto de vista tecnológico el mejor producto, sino el que consigue una masa crítica que genere Economías de Red suficientes para despegarse de su oponente.

Tomas Edison, tan genio inventor como pésimo empresario, perdió su guerra contra la distribución hogareña de corriente alterna. La corriente continua era más segura y eficiente, sin embargo, su pésima estrategia empresarial no consiguió detener el avance de sus competidores a pesar del peligro que significaba y significa la corriente alterna en los hogares. Lo mismo le pasó con la fonola, donde perdió una guerra sin cuartel contra la RCA Víctor, que utilizaba desplazamiento horizontal sobre discos planos para la grabación,  en vez de vertical sobre cilindros, una tecnología que Edison demostró una y otra vez de mayor fidelidad. Cuando RCA comenzó a vender discos pre-grabados para sus equipos fonográficos, generó el valor de la red. Comenzó con ello una rápida adopción de la tecnología del disco de pasta, que dejó una vez más a Edison en bancarrota.

Uno o más estándares conviven en el mercado hasta que uno genera masa crítica como para imponer Economías de Red.

Otro caso enormemente ilustrativo es el del estándar de Video. Hace aproximadamente 20 años tenían igual participación de mercado dos estándares: BetaMax, de Sony y VHS, de todos sus competidores. BetaMax era sensiblemente mejor: tenía 2 pistas de audio lo que permite la grabación separada de la música y los parlamentos, facilitando enormemente la traducción, los cassettes eran más pequeños, más que la mitad que un cassette de VHS y a pesar de ello tenían más capacidad y mejor fidelidad. Mientras la utilización fue doméstica, para ver grabaciones familiares o cintas de películas compradas, los estándares convivieron en el mercado. Sin embargo, la aparición de los videoclubes, que por algún motivo que desconozco adoptaron el estándar VHS, generó la red y con ello la Economía de Red. Para BetaMax, a pesar de sus bondades tecnológicas la muerte estaba anunciada y comenzaron a prepararse los anaqueles en los museos para sus últimos ejemplares.

Cassetes de video VHS y Betamax

En términos generales, podemos afirmar que uno o más estándares conviven en el mercado hasta que uno genera masa crítica como para imponer Economías de Red. A partir de ese momento despega rápidamente y consigue capturar el mercado entero. El costo de estar fuera de la red es enorme, y deberían haber motivos más que poderosos tomar esa decisión.

Economías de Red y mi empresa

Más allá del valor que puede tener el concepto de Economía de Red para definir la propia estrategia, es necesario mirar el mercado y los estándares a la hora de adquirir y adoptar tecnología. Un error puede ser fatal, una apuesta equivocada puede costar muy caro.

A pesar de que nadie tiene la bola de cristal, tenemos la responsabilidad de estudiar atentamente el panorama antes de tomar una decisión. Las inversiones en tecnología son en general muy importantes: por su costo y por la dependencia que la empresa de hoy día tiene de ellas. Elegir una vía muerta no aparece como la mejor idea.

Es imprescindible mantener la cabeza fría a la hora de decidir, intentando quedar fuera si la batalla realmente nos es ajena y decidiendo lo mejor para MI empresa y no lo mejor para alguno de los bandos, cualquiera que éste fuera.

La duración de los procesos de selección de un estándar por parte del mercado son de duración muy variada, desde procesos que abarcan décadas hasta algunos relámpago, como por ejemplo el de adopción de Netscape Navigator como navegador de Internet. Una vez consolidados, ni siquiera las versiones mejoradas de un mismo estándar suelen tener éxito. Así por ejemplo Internet sigue funcionando en base a una versión vieja de TCP/IP y no adopta la versión VI, que corrige muchos errores de la actual. Una vez más, la causa es el propio peso de la Economía de Red que la propia red genera. En este marco, las decisiones suelen complicarse enormemente. Sin embargo, la responsabilidad sigue allí: hay que seleccionar el estándar que el mercado adoptará, o pagar las consecuencias.

Un punto más a destacar lo constituyen los afectos que se forman en torno a los diversos estándares y empresas que los promueven y defienden. En la batalla por la dilucidación de estándares, se forman bandos con una fuerte ligazón afectiva. Es muy común ver remeras, stickers y todo tipo de merchandising de Macintosh. Sus usuarios son fanáticos, verdaderos evangelizadores. Si se ve por la calle a alguien con una remera de Microsoft, probablemente trabaje en la empresa o se trate de promoción rentada. Macintosh gana la batalla afectiva, Windows las Economías de Red. Es imprescindible mantener la cabeza fría a la hora de decidir, intentando quedar fuera si la batalla realmente nos es ajena y decidiendo lo mejor para MI empresa y no lo mejor para alguno de los bandos, cualquiera que éste fuera.

Las batallas de hoy

El mercado está hoy lleno de batallas por dilucidar estándares y definir quién se queda con las ventajas de la economía de red. Es interesante seguir de cerca verdaderas guerras desenfrenadas por la conquista de esa porción de mercado que permita despegar apoyado en las Economías de Red, estos son solo algunos ejemplos:  Palm vs. Pocket Windows (Windows CE); ICQ vs. MSN vs. Yahoo! Messenger; Lotus Notes vs Outlook y la más fantástica de todas: la lucha de la comunidad Linux por penetrar la fortaleza que constituye el poder de Windows.